El Consejo de Innovación y Buen Gobierno (CIBG) declara cinco valores como estandarte de sus socios: generosidad, innovación, transparencia, asertividad y entusiasmo. Hoy terminamos nuestra serie de valores con el entusiasmo.
El entusiasmo todavía guarda relación con su etimología (estar en la esencia de Dios) porque es ese fuego interno que te empuja hacia lo más alto, te hace surcar las dificultades, levantarte si has caído y llegar a lo máximo que puedes dar (“magis”).
El entusiasmo ilumina, es fuerza motora, pasión y alegría. Imprescindibles en cualquier organización. No puede haber proyecto colaborativo sostenible en el que el propósito personal no se pueda integrar con el colectivo. El entusiasmo genera confianza.
Es ahí donde el entusiasmo, como valor personal en favor de una causa o proyecto, se convierte en esencial. El entusiasmo es aquel ingrediente que necesita todo proyecto para que sus resultados sean excelentes. Es priorizar y canalizar las energías en un propósito que está orientado a mejorar, innovar y ofrecer experiencias excepcionales.
Es una energía natural, no forzada, autentica y generosa. Cuando el entusiasmo viene de los demás, esa energía contagia, ilusiona y motiva para trabajar en la consecución de un objetivo común. Saca lo mejor de cada uno y genera cohesión. Tiene que ver con la pasión, permitiendo que confluyan la mente y el corazón. Cambia el entorno. Es el latido profundo en la vida de las personas y las empresas. Es ese brillo en los ojos. En el potaje de la motivación, el entusiasmo es el caldo, el medio para los otros ingredientes.
Es algo que fluye desde dentro la persona y que la hace ser mejor. Como profesional, es hablar de la mayor parte de las competencias de un consejero. Es hacer las cosas con pasión y positividad y además saber trasmitir y contagiarlo. Es la capacidad de ir más allá, desde una perspectiva de liderazgo, innovación, empatía e incluso en el abordaje positivo de los retos y dificultades. Es una cualidad que transforma.
Incluso podemos expresarlo en términos matemáticos. El talento = (conocimientos + valores) x actitud, siendo el entusiasmo una de las claves de la actitud. Me gusta lo que hago o la autorrealización (hacer lo que te gusta), es muestra de ello.
Incluso tiene algo que lo une con la infancia, dónde todo puede suceder y está por venir y se siente la curiosidad por entenderlo y aprender, sin miedos. Por tanto, también es diversión y disfrute.
El entusiasmo es la base de una actitud positiva. Marca un estilo de liderazgo optimista, donde se promueve la innovación frente al inmovilismo. Experimentar, equivocarse y rectificar. Compartir. Aporta resiliencia: aprende, ‘desaprende’ y ‘reaprende’. Muestra lo que hacer y no se centra en el cómo hacer. Persigue la mejora continua.
G.K. Chesterton decía que “el optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo”. Ilusión, entusiasmo, optimismo… con matices quizás todo tenga un poco que ver. Confiar en la capacidad de los demás, creer en su potencial, saber que juntos somos mejores.
Desde luego, tiene una ligazón necesaria con la ilusión, que es la chispa que la inicia y motiva y sostiene. Ese levantarse con la ilusión de ir, y hacer, dar lo mejor. Nace de una visión del futuro, una esperanza, trascendencia incluso para otras generaciones. Poner experiencia y conocimiento a disposición de proyectos que tienen impacto en la sociedad, que involucran, precisamente por ello.
Sin dejar de un lado el razonable equilibrio entre la ilusión que nos permite perseguir ideales y sueños, y el realismo que nos hace ver lo que es alcanzable. Tomar decisiones objetivas, sin perder el entusiasmo ni la ilusión. Ilusión como catalizador y la realidad como fundamento: Integrando la visión inspiradora con la adecuada toma de decisiones de los consejos de administración. Legado sostenible, impacto positivo. Ingredientes de cualquier aspirante a consejero.
Recuerda la película ‘Una mente maravillosa’. El verdadero entusiasmo brilla aún más cuando está acompañado de un sentido de control y una profunda conciencia de los desafíos que enfrentamos.
Una gobernanza que tenga una visión holística, con la llama del entusiasmo y las personas en el centro de su propósito, marcará la diferencia de un proyecto, evitando la visión efímera que se tiende a atribuir a este valor y haciendo que perdure y que sea estructural. Hacer que ese entusiasmo sea como la energía, no se destruye, sólo se transforma.
Al entrar como asesor en una nueva organización, hay valores unánimemente aceptados como la ética, la independencia y el sentido crítico. Debemos resaltar también el entusiasmo, que pone una nota de color en el cómo se deben acometer las acciones.
Para ello, son necesarias las cuatro “C”. Conexión con valores, confianza en las aportaciones de todas las partes, compromiso como equipo y crecimiento a través del aprendizaje. Porque lo importante de un consejero no es tener respuestas para todo, sino saber qué preguntar.
Es el resumen de los valores del CIBG. El entusiasmo es la chispa que enciende la generosidad del alma, nutre la semilla de la innovación, guía la voz asertiva y cristaliza con transparencia en las organizaciones, creando un camino hacia un futuro compartido, construido sobre los cimientos del compromiso y la integridad.
Es precisamente esa misma ilusión la que impulsa a nuestros asociados en su propósito de generar valor para aquellas organizaciones que aspiran a lograr un impacto económico, social y medioambiental profundo y duradero.
Para conseguir lo inimaginable, son necesarias grandes dosis de entusiasmo y una pasión inquebrantable.
Realizado con entusiasmo y de forma colaborativa por Luis Salinas , Juan Jose Marcos, JOSE-MARTIN CASTRO ACEBES, Patricia Barrado Guerrero, Fernando Lucero, Fernando Sobrini Aburto, Millán I. Berzosa, José María de la Torre, Susana Quintás Veloso, Ana Baranda, Myriam Alcaide, Raúl Alconchel Pedrós, Lina Robles, Cristina Alvarez, Isabel Fernandez de Cordoba Moncada, Olga Ramírez, Lexuri Elorriaga, Javier González Martínez, JOSÉ LUIS PRIETO CALVIÑO, Luis Lopezbarrena Murillo, Pilar CUTANDA GONZALEZ, Silvia Milián, Javier Vergara, Marga Garcia, Vicente Ballesteros, Carlos Garaboa, Raquel Seal De la Calle, Ana Buitrago, Ana Rodicio, Julieta Acuña Alvarez-Uría, Carlos Esteban, Ana María Rodrigo, Eliseo Belmonte, Maria Rosario Arias Allende, Beatriz Encinas Duval y Francisco (Patxi) Barceló, todos socios del CIBG – Consejo de Innovación y Buen Gobierno.
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